La rosa y la gota

En una tarde monótona y gris como aquellas de la existencia moderna, mirando por la ventana de un frío bus me sorprendió una grata visita. Bajaba por los aires, como si toda su vida hubiera sido simple descenso, una linda rosa de belleza comparable a la luz que emana la Luna. Sobre ella descansaba una pequeña gota de agua que me regalaba una sonrisa a través de su hermosa brillantez, lista para recibir un gesto alegre de mi parte.
Estaba yo, recostado sobre la ventana, admirando tal escena y me vi obligado a sacar el brazo del bus para recoger a aquellas protagonistas de mi nuevo sueño. Mi mano extendió su voluntad y acarició tan bella planta.
Segundos después, la rosa desapareció.