Mientras tú sueñas

Es una fría noche y decidí mirar hacia el cielo. Allí está. Mi fiel compañera la Luna no me ha abandonado. Con una visión más detallada puedo notar que ella tampoco está sola. Ahí está él, Júpiter, quien decidió descansar junto a la Luna en esta velada. 
Es una fría noche y decidí pensar en ti. Tal vez no me queda más que un recuerdo, tal vez en unas horas pueda volver a abrazarte y recordarte lo mucho que te quiero, pero en este momento lo único que tengo es el anhelo de verte. Te quiero cerca.
Es una fría noche y decidí compararte a la Luna. Como siempre tan grande, tan luminosa, tan hermosa y radiante y, como siempre, tan cercana a mis pensamientos. Esta noche no me hablas, pues estás soñando con infinidades de imágenes, pero yo no dejo de pensar en ti. Te quiero cerca, como Júpiter acompaña a la Luna hoy, pero por muchas noches más.
Es una fría noche y decidí quererte. 

Un día

Érase una vez un hombre. Bueno, un casi-hombre en realidad, un joven de 17 años que se dedicaba a caminar por la vida. Buscaba respuestas y encontraba preguntas, pues el corredor de la vida era cada vez más oscuro y él se perdía en la inmensidad de las tinieblas. Estaba desolado.
Un día, como aquellos días en los que todo sale bien, aparecieron dos fuentes de luz verdes, acompañadas por un rostro que a través de una sonrisa daba las respuestas a todas sus preguntas. Él entendió, como nunca lo había hecho, de qué se trataba la existencia. Su misión era estar con ella para darle alegrías y compartir mil experiencias.
Él es feliz.