La súper Luna

Veintitrés de junio de 2013.
La oscuridad y las sombras me acobijan esta noche mientras millones de fuentes lumínicas invaden mi retina. Hoy, dos días después del solsticio de verano, se presenta el fenómeno de la "Súper Luna" como inspiración para redactar un par de melancólicos sentimientos. Hoy la Luna se presenta ante nosotros con más confianza, queriendo mostrarnos un poco más de ella, pues se ha acercado un poco y la vemos un 13% más grande, y 40% más brillante. Habrá que esperar hasta el 16 de noviembre de 2016 para que la Luna tome nuevamente un respiro y nos otorgue la oportunidad de verla un poco más como es, sin tanto temor. 
Ahí está. Inmóvil, sola, triste. Su gran luminosidad oculta el resto de estrellas y es la protagonista de todos nuestros suspiros. Mientras unos automóviles, lámparas o computadores tratan de emular la luz que nos otorga el astro, otros seres exportamos tinieblas al mundo exterior. Amarillas y rojas son las luces que el humano ha creado, pues nunca lograremos alcanzar la pura blancura que la Luna nos regala, aquella belleza que la hace única y superior. 
Yo, mientras tanto, miro en su luz muchos conflictos, porque sé que ella sufre. Al yo darme cuenta de su drama, ella ha perdido la confianza. Se refugió tras una nube. Queda en mi cabeza, sin embargo, un recuerdo de ella como esa fuente de luz blanca que irradia lágrimas de melancolía, superioridad y contradicción. Hoy por hoy ella es lo más hermoso que ha parido el universo, y eso la llevó a la eterna soledad y depresión.
Con su recuerdo en mi cabeza no tengo otro remedio sino mirar al cielo, ver un "nada" que se parece infinitamente a mi interior: oscuro y sin entendimiento, pero sabiendo que detrás de todo ello hay una luz que llorando no sabe qué hacer con tanta brillantez y felicidad. 
La luna y yo estamos perdidos. 
Te agradezco, astro eterno, por mostrarme un poco más de tu esencia esta noche. Hoy puedo decir que tú y yo somos iguales, y debemos seguir con nuestra misión: fingir felicidad e inmutabilidad.


La felicidad es como la Luna

Sería una mentira decir que nunca hemos estado tristes, alegres, extremadamente felices e incluso inseguros de nuestras emociones. También sería ocultar la verdad si se dice que no sabemos cómo es la Luna, o que todos los días la vemos. 
La Luna es visible a veces, otras no. La alegría nos invade en ciertas ocasiones, en momentos diferentes nos es esquiva.
Hay que entender que la Luna a veces simplemente no se puede ver por nubes, fase lunar o simple posición del observador; pero no por eso deja de existir. Es importante tener en cuenta que no tenemos los instrumentos necesarios para conocer con exactitud de qué está hecha la Luna y cómo es, sin embargo tenemos ciertas nociones de ella. 
La felicidad es invisible al hombre por momentos, pero no por eso deja de existir. Aunque muchas veces no sepamos cómo obtenerla, el bienestar está al alcance de la mano.
Aprendamos a vivir. 

Insaciable

Por un lado el Cuarteto de Nos habla de una condición existencial "Insaciable" en todos nosotros, dando un propósito a la existencia basado sobre la continua búsqueda de desafíos y necesidades sin alguna limitación. Es, así, como se construye la historia: cambios en el mundo a través de la insaciabilidad, que conllevan a la creación y descubrimiento de nuevas esencias e ideales.

Schopenhauer, por el otro lado, habla de una condición de insaciabilidad que lleva a nada más y nada menos que al sufrimiento. El hecho de no encontrar un punto de conclusiva y catártica victoria provoca un estado de angustia al que el alemán no supo responder. 

El hombre es, definitivamente, insaciable. Se puede ver como condición de sufrimiento, o como un sentido para la existencia.
Depende de cómo se vea el vaso, medio lleno o medio vacío. Esa perspectiva es la característica base de la vida.